Tatuarse no es una práctica prohibida si eres una persona con diabetes. Ni siquiera hacerte un piercing. Sin embargo es recomendable que sigas una serie de pautas y consejos antes de inyectar tinta en tu piel, ya que tienes mayor susceptibilidad a padecer una infección ya que tu nivel inmune puede estar alterado.
Antes de la sesión
Si conoces tu piel, has ganado bastante. Cómo reacciona ante la tinta y cómo cicatriza. En el caso de ser una persona con diabetes, evita aquellas zonas donde te inyectas insulina. Evita también esas partes del cuerpo con una circulación sanguínea baja y tatuarte los pies, ya que una infección ahí puede desencadenar una gangrena y la amputación.
Si llevas un buen control, el riesgo de infección y la mala cicatrización es menor. Por el contrario, si tu control metabólico es inadecuado, mejóralo antes de exponerte. Debes comunicarle a tu médico tu propósito, y él medirá la concentración de hemoglobina, para indicarte si tu glucemia es adecuada o no.
Elegir a un buen profesional es también esencial. Asegúrate que cumple las medidas de sanidad e higiene oportunas. Para ello, haz una visita al estudio y allí infórmate sobre los distintos pigmentos, la esterilización de las agujas, la formación que han recibido los trabajadores y todo lo que no te genere confianza… No olvides recalcar a los profesionales, que eres una persona con diabetes. Todos quieren tener la información adecuada, para realizar la sesión con las máximas precauciones y con las medidas necesarias.
El día de la sesión
Tras haber seguido las indicaciones anteriores y concertar una cita, debes prepararte para ello. Asegúrate del tiempo de duración de la sesión, que no ocasione un perjuicio para controlar bien tus niveles y evitar una posible hipoglucemia. No olvides ir acompañado con alguien que conozca tu enfermedad y tener al lado tu glucómetro de i•gluco.
Tras la sesión
Los tatuajes provocan pequeñas heridas en tu piel. Debes tener cuidado con las infecciones. Una buena curación e higiene nos puede salvar de una cetoacidosis aguda.
Lava la zona con un jabón antiséptico o con ph neutro, y aplica la crema recomendada por el tatuador. El tatuaje se debe mantener tapado con un apósito antiadherente y transparente que te permita ver que no se infecta. Si se produce algún síntoma de infección (dolor, inflamación o aparición de pus), acude a tu médico.
Por lo demás, esperamos que te quede una auténtica obra de arte… y por supuesto, que no te arrepientas dentro de unos años.
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